Velocidad de la transición energética
Discutir sobre que se está produciendo una transición energética disruptiva está fuera de toda duda, dado que uno de los desafíos más relevantes que tiene la humanidad en los tiempos en los que vivimos es frenar de forma radical el calentamiento global de la atmósfera que está produciendo ya efectos perceptibles como el cambio climático.
Las transiciones históricas en los usos energéticos no han estado impulsados por causas sistémicas y estructurales, sino por razones de costes y de productividad, por tanto, cuando hubo lugar los cambios anteriores, las transiciones se permeabilizaban con la economía y aunque los efectos eran gigantescos no se producían con la velocidad actual. Es verdad que cuando se ha generalizado el consumo de los combustibles fósiles, fundamentalmente para el transporte, se indujo una composición de poder mundial que ha permitido, a pesar de las guerras de todo tipo generadas, el desarrollo sostenido de la economía a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
La transición actual se está produciendo impulsada por acuerdos, con disidencias significativas, por la preocupación mundial sobre el calentamiento global y a tal efecto se ha adoptado entre otras medidas globales los Acuerdos de París que exigen reducciones determinantes a fecha ficha de la emisión de gases a la atmósfera que implican el abandono progresivo e inmediato del consumo de los combustibles fósiles como fuente energética, por tanto el petróleo, el gas natural, el lignito y el carbón están condenados a ser sustituidos por fuentes energéticas renovables como los vientos, el agua, el sol y otras fuentes naturales que no provoquen vertidos de gases invernadero.
He dicho inmediato. En materia energética lo inmediato puede no ser bien entendido. Por un lado, los conceptos energéticos son globales, por que la producción energética, la distribución y el consumo se han ido integrando en sistemas transnacionales, de tal forma que las redes energéticas superan las fronteras y por tanto los países tienen necesariamente que llevar a cabo acuerdos conjuntos, dado que puede producirse paradojas como una medida nacional afecte a todo un país y unos kilómetros más allá se esté haciendo todo lo contrario. El caso de la energía nuclear es paradigmático. Hay países europeos que han decidido no contar con esta fuente energética y el país de al lado tiene una gran red de centrales térmicas nucleares cuyo impacto medioambiental superaría las fronteras en caso de algún tipo de problema. Por tanto, los países, si o si deben ponerse de acuerdo, por que la ausencia de planificación puede resultar muy pernicioso para la economía produciendo desviaciones en la oferta y demanda de múltiples tipos de actividades asociadas al sistema energético que al final acaba pagando los más débiles de las sociedades.
En Galicia tenemos un ejemplo importante y es que llevamos tiempo conociendo la caducidad del carbón como fuente de energía y el estado ha venido sufragando con múltiples iniciativas a lo largo del tiempo la reconversión industrial y minera correspondiente. De tal forma que la minería asturiana ha estado en pie de guerra a lo largo del tiempo y se han producido prejubilaciones, indemnizaciones por cierres, subvenciones para reconversión, etc. A pesar de ello las centrales térmicas, cambiaron de proveedores de materia prima y han ido en esta ultima fase comprando carbón a otros países, principalmente a Estados Unidos por que los costes eran competitivos y se continuó fabricando energía con carbón. Claro en un momento determinado toca acabar con el ciclo y esto ha ocurrido recientemente, causando un efecto también inmediato, la gran cantidad de transportistas que acarreaban el carbón desde los puertos, principalmente de Ferrol, se han visto de repente sin materia prima que transportar y por tanto causando un grave problema económico y social a muchas familias que dependen de este trabajo para su sostenimiento y efectivamente tienen razón los responsables políticos de la Xunta reclamando que la transición se haga de forma moderada y previsible, pero por otra parte la falta de adopción de medidas provoca que se vaya diluyendo los objetivos más ambiciosos de lucha contra el calentamiento global.
Creo que todos los responsables al final tienen razón tirando cada uno de su esquina de la sábana, pero estimo que debemos apelar a que agende una senda de acuerdos socio económicos, por que lo que está sucediendo con los transportistas del carbón en As Pontes, es importante, pero finalmente es colateral. El cambio se irá imponiendo y no quisiera ver cómo, por ejemplo, la gran cantidad de talleres de reparación de automovil se quedan sin buena parte de su trabajo actual, cuando los vehículos eléctricos que tiene una composición técnica mucho más sencilla que los de motores de combustión interna, se vayan imponiendo como medio de movilidad. Podemos modular la velocidad de la transición energética sin duda, pero es obvio que para poder hacerlo con el menor coste económico y social posible se hace necesario la participación civil y una agenda acordada con los agentes sociales y económicos, con una clara implicación de las autoridades a todos los niveles, centrales, autonómicos y locales.
Artículo para la edición digital de Dínamo Técnica
Autor: Marcelino Otero López. Economista.