La oportunidad eólica: la ráfaga de viento que no acaba de llegar
La emergencia climática es una realidad de este siglo XXI, con unos niveles nunca vistos de fenómenos meteorológicos extremos y un verano en el que se han superado todos los récords en cuanto a temperaturas medias, hoy ya nadie discute la existencia de un Cambio Climático con consecuencias gravísimas para todo el ecosistema mundial.
Ante esta crisis es imprescindible el desarrollo de las fuentes renovables propias de cada zona, unas porque tienen sol, otras lluvia o geotermia y finalmente Galicia por el viento. Nuestra Comunidad Autónoma es líder estatal en cuanto al recurso eólico, destacando que además de tener las velocidades de viento más elevadas de toda la Península Ibérica la abundancia de terrenos aptos para la implantación de aerogeneradores, a diferencia de otras zonas de España, en las que esta alta velocidad está muy concentrada.
Hasta el la presente década la implantación de los parques eólicos estaba muy condicionada por procesos administrativos (concursos eólicos), las ayudas a las renovables en forma de primas o las subastas eólicas, en las que Galicia no era la comunidad más beneficiada, pero el procedimiento de libre implantación podría suponer un crecimiento en la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero.
La Asociación Eólica de Galicia fue una visionaria al reclamar un crecimiento sostenido de unos 500 MW anuales, lo que posibilitaría una demanda a largo plazo, que garantizaría la demanda de nuevos aerogeneradores para la implantación de nuevas fábricas de palas (recordemos que Vestas o Siemens Gamesa han cerrado sus instalaciones), el crecimiento de la fabricación de torres en las fábricas de GRI Towers (Carballiño y O Porriño) y la fabricación de componentes de pequeño tamaño. Además una vez puestas en funcionamiento seria obvio el beneficio para el sector privado (operación y mantenimiento) y público en forma de canon eólico, Impuesto de Bienes Inmuebles o Impuesto de Actividades Económicas.
Además del beneficio ambiental al reducirse el consumo de contaminantes (gas natural o derivados petrolíferos) tendríamos otra importantísima ventaja para Galicia, que es la producción industrial. Una de las lecciones más claras de la COVID 19 es la debilidad mostrada por la Unión Europea en cuanto a la producción industrial, ya que estamos muy lejos del ansiado 20% del PIB, y se sigue importando casi todo de Asia. Si fuéramos capaces de garantizar una demanda anual de palas, torres o cuadros eléctricos podríamos darle un importante empujón al sector industrial en Galicia, creando puestos de trabajo de alto valor añadido y reduciendo la dependencia tecnológica del exterior.
El sector eólico sigue paralizado en Galicia, y ya van quince años. Aunque han sido muchos los proyectos de parques iniciados y hay miles de MW autorizados (casi 4.000 MW según algunas fuentes) en la última década sólo se han implantado unos 500 MW, y no se prevé mucho más a lo largo de este año. Las medidas cautelares del TSXG han sido una nueva piedra en el camino, y la siguiente es la necesidad de que en 2028 los parques eólicos dispongan de la Autorización de explotación (en concreto el 25 de junio de 2028), si consideramos que un parque eólico tarda casi dos años entre la primera piedra y la puesta en marcha nos encontramos que en el Outlook de 2025 deberíamos recoger que se han resuelto todos los procesos judiciales, y no parece que sea factible tal y como estamos a día de hoy.
La fecha clave de 25 de junio de 2028 es ya la prórroga de la prórroga de la prórroga, y no se prevé una nueva extensión de la misma, por lo que es de vital importancia la resolución de los recursos, si de alguna manera queremos retomar esta ráfaga que una y otra vez pasa de largo.
Autor: Doctor Fernando Blanco Silva, ingeniero industrial y economista, director de Dínamo Técnica.
Artículo publicado en el “Outlook 2024. Eólica en Galicia” de Cluergal y, con el permiso de su autor, en la versión digital de Dínamo Técnica.