Entrevista a Julio Arca Ruibal, CEO&CFO en Genesal Energy
Julio Arca Ruibal, economista y CEO&CFO en Genesal Energy, una figura destacada en el mundo empresarial y estratégico, dirige esta empresa líder en diseño y fabricación de grupos electrógenos personalizados y de alta precisión. Como director de Estrategia y Finanzas de Genesal Energy, su experiencia y visión estratégica han sido fundamentales para el éxito continuo de la compañía en un mercado global altamente competitivo
El mercado internacional es uno de los pilares de Genesal Energy, que exporta casi el 70% de su producción y está presente en más de 30 países. ¿La personalización de los productos es la clave del éxito?
Yo creo que es algo más. Es escuchar, comprender y adaptarse a las necesidades de cada cliente, acompañándolo en todo momento. Nuestro departamento de ingeniería trabaja a lo largo de todo el proyecto con el equipo del cliente, generando ideas y soluciones para sacar adelante la mejor versión posible. La personalización es, sin duda, un factor clave en los productos Genesal Energy.
En el negocio del grupo electrógeno podemos diferenciar dos grandes áreas. Una es la de los grupos estándar, donde el cliente compra la propuesta que hay en el mercado con pocas variaciones u opcionales, y otra es la de los equipos que, en realidad, son proyectos energéticos adaptados a las necesidades del cliente y con una alta carga de ingeniería. Este segmento de negocio es nuestro fuerte y en el que somos una de las empresas europeas de referencia. Tanto el producto europeo, como la ingeniería que lo sustenta, están muy valorados en el ámbito mundial. Es por ello por lo que nuestras propuestas están bien consideradas en el ámbito internacional.
Algunos expertos apuntan a que en el camino hacia los nuevos modelos de consumo energético hay un antes y después de la pandemia. ¿Se puede hablar de una era pos-COVID en la industria energética?
Creo que es obvio que la pandemia ha cambiado ciertos paradigmas vitales y sociales. Uno de ellos es que nos hemos dado cuenta de que la energía tiene matices geopolíticos, y que, entre otras cosas, presiona nuestro bienestar de vida, vía inflación, por ejemplo, llevando incluso a familias a umbrales de pobreza energética, o a empresas a tensiones de costes y pérdida de competitividad. No creo que haya una era pos-COVID en el negocio energético, sino que más bien empezamos a darnos cuenta de que la energía es un bien escaso, preciado, clave, para el desarrollo humano y con connotaciones medioambientales que hipotecan el futuro de la supervivencia humana.
El gran reto aquí es “soplar y sorber”, lo que se denomina en el sector el “trilema energético”, ya que tenemos que seguir asegurando nuestro bienestar y crecimiento económico a un precio razonable y dentro de un marco de respeto al medio ambiente no solo presente, sino futuro. Este futuro nos hace reflexionar sobre la necesidad de diseñar y construir un nuevo mix energético, por ejemplo, basado en el vector hidrógeno, buscar un peso significativo de las renovables, o el desarrollo de nuevos combustibles, bien neutrales en carbono o que no tengan impacto medioambiental, sin olvidarnos de que todos los días necesitamos energía, es decir estamos en el camino de la transición energética.
Lo que sí es cierto es que el camino es largo y no exento de polémica, pero cada minuto que perdamos puede suponer un problema futuro, y con la humildad de saber que los que iniciamos este camino seguramente no vivamos lo suficiente para ver si esto ha tenido éxito, pero lo que sí tengo claro es que nuestras decisiones influirán en la herencia que le dejemos a las generaciones futuras, y seremos juzgados por ellas.
¿Cree que la descarbonización exige reinventar el sector energético?
Sí, pero es un sector que se reinventa continuamente, lo lleva en su genética. Hoy en día se habla mucho de cómo el camino hacia la descarbonización está protagonizado por las energías renovables como la solar y la eólica. Sin embargo, la electricidad no es ni mucho menos la principal forma de energía utilizada y no es sencillo llevar la electrificación a todos los sectores. Tampoco podemos estar esperando la aparición de una solución tecnológica “mágica” que ponga solución a todos los problemas. Creo que está naciendo en el negocio energético un nuevo segmento, lo que definiría como las neo-renovables, es decir, aquellas fuentes de energía que nos permitan, siguiendo además los principios de la economía circular, dar una segunda vida sostenible a las tecnologías actuales que ya sabemos que funcionan, una adaptación de las energías convencionales a las renovables.
Muchos estudios hablan de los e-fuels como una de las soluciones en ese camino hacia sistemas energéticos más resilientes y sostenibles. ¿Está de acuerdo?
Hilando con el concepto de neo-renovables, los e-fuels entrarían en esa categoría. ¿Por qué? Porque permiten alargar la vida de los actuales sistemas de combustión. De hecho, Europa ya ha aprobado la utilización de estos combustibles en los motores de combustión más allá del horizonte 2035, ya que cumplen las condiciones exigidas originalmente a los vehículos que se fabricaran a partir de ese año, y es que son neutros en emisiones de CO2. Y mientras, nuestro sector, el del grupo electrógeno, ya ofrece opciones de transición energética de aplicación directa, por ejemplo, con la posibilidad de uso de HVO o aceite vegetal hidrotratado. Es un paso, pero muy significativo, ya que indica cuál es la tendencia sectorial.
El interés por desarrollar proyectos para producir hidrógeno verde es creciente, aunque muchos expertos apuntan a que la tecnología está poco desarrollada ¿La opción del hidrógeno es realista?
El hidrógeno es una opción, pero que necesita todavía cierto nivel de desarrollo para conseguir economías de escala. Yo no me preguntaría si es realista o no, sino en cuánto tiempo puede ser una opción viable, que genere una industria y por ende negocio. Bien es cierto que Europa está haciendo todo lo posible para que esta opción se convierta en una realidad viable, ejemplo de ello es la primera subasta en el ámbito europeo.
El plan europeo para reducir la dependencia de los combustibles fósiles concede gran importancia al uso del biogás ¿Qué posibilidades de crecimiento tiene en Galicia?
Más que de biogás hablaría concretamente de biometano. Es obvio que Galicia, por su amplia economía agropecuaria, tiene un potencial enorme en el marco de la economía circular y la transición energética. Los residuos agropecuarios pueden aprovecharse como recursos para obtener una ventaja competitiva que mejore los costes energéticos de las explotaciones, y poder así competir en mejores condiciones. Está claro que la energía es clave en la competitividad de cualquier empresa, sea del sector que sea. En ello, Galicia puede ser un jugador importante.
La empresa lleva tiempo considerando la sostenibilidad como uno de sus ejes estratégicos, con acciones como la Cátedra de Transición Energética o la consecución de los ODS ¿Qué otras medidas forman parte de esta estrategia?
Aparte de la mencionada cátedra, que se está consolidando como uno de los referentes académicos en esta materia, y de nuestro claro compromiso con los ODS, estamos muy orgullosos de ser una de las primeras empresas gallegas que incluye los datos de su Huella de Carbono en las cuentas anuales depositadas en el registro mercantil. Además, hemos abierto una Oficina de Transición Energética (OFITE) en Madrid para dialogar con nuestros stakeholders, y en especial, acompañar a nuestros clientes en el camino de la transición energética. Nuestra intención es ayudar a aquellos que están perdidos en este tema.