Gestión y eficiencia energética en la industria
La aplicación de medidas de gestión y eficiencia energética en empresas e industrias ha adquirido mayor relevancia a lo largo de esta década. Se trata de un área que tenía mucho recorrido de mejora, sigue teniéndolo, sobre todo en aquellas organizaciones dónde los costes energéticos son una buena parte de los totales.
Durante los años de crisis, con muchas organizaciones volcadas en el ahorro, las direcciones empresariales apreciaron pronto el retorno que suponía apostar por una buena gestión energética. Los elevados precios de la energía, una mayor concienciación medioambiental y unas directrices y normativas cada vez más claras en la apuesta por la eficiencia energética, contribuyeron a ello.
Las directrices partieron de la Unión Europea. A principios de década, de especial valor, fue la determinación del Objetivo 20/20/20. Consistía en alcanzar en 2020 una reducción del 20% en las emisiones de gases de efectos invernadero (GEI), del 20% en la utilización de las energías renovables y del 20% de ahorro mediante la eficiencia energética.
Unos años más tarde, en diciembre de 2015, se celebraba en París la Conferencia contra el Cambio Climático. En ella se fijaba un límite para el incremento de la temperatura del planeta y se realizaba una apuesta decidida por la eliminación de emisiones contaminantes a la atmósfera. La eficiencia energética es una de las grandes claves para conseguir los objetivos de esta cumbre mundial y una adecuada gestión energética, el medio para conseguirlo.
La determinación de Europa por liderar esta transición energética se concretó en 2016 con un paquete de medidas llamado ‘Energía Limpia para Todos los Europeos’ a través del cual la Unión Europea aumentaba el objetivo de eficiencia energética para 2030 en un 30%.
A lo largo de la década, estas directrices se han ido trasladando a las diferentes administraciones. Desde ellas, se han promocionado actuaciones relacionadas con la eficiencia y la gestión energética y se ha hecho un esfuerzo notable en materia de divulgación y formación.
La aparición de programas informáticos específicos ha sido un enorme avance para la gestión energética. A través de una adecuada sensorización, monitorización, análisis y corrección se puede mejorar notablemente la eficiencia energética de edificios e industrias.
A través de estas herramientas TIC se puede tener información del consumo de energía en cada punto de una instalación. Se pueden localizar ineficiencias o consumos desconocidos, medir el retorno de la aplicación de medidas de ahorro energético o crear indicadores de gestión y conocer su evolución, a través de tableros de mando creados de manera personalizada.
La eficiencia energética en una industria se puede desarrollar en diferentes líneas. Algunas tan sencillas como adquirir sistemas y maquinaria más eficiente, nuevas tecnologías de iluminación (la implantación del LED) o mejores aislamientos. Otras requieren un mayor estudio, como la implantación de nuevas tecnologías de generación, recuperación o almacenamiento.
También hay margen de mejora en las instalaciones. En un interesante artículo publicado en la revista Dínamo Técnica, Carlos Rivas Pereda, responsable de I+D de ELINSA, expone algunas medidas de eficiencia energética en instalaciones eléctricas. Por ejemplo, a través de una adecuada selección de transformadores y conductores o mediante el correcto manejo de la potencia reactiva.
En cualquier caso, como bien aclara el autor en alguna de las conferencias que ha impartido sobre este asunto, el primer paso debe ser un correcto diseño del proyecto, y a partir de ahí, cualquier cambio exige un cuidadoso análisis de rentabilidad para cuantificar el retorno.
Un libro muy recomendable, publicado este mismo mes de marzo, es “El triángulo de la gestión energética en la empresa y administración pública” del doctor e ingeniero industrial Fernando Blanco Silva. El 22 de marzo se presenta en Silleda (Pontevedra), tras la celebración del Foro Iberoamericano de la Energía y en el marco de la II Feira da Enerxía de Galicia.
En sus páginas sostiene que la gestión energética busca el equilibrio entre las mejores condiciones de confort y el mínimo gasto económico posible. Y conseguirlo garantizando la normativa en seguridad industrial. El autor introduce la brillante y novedosa idea de que la gestión energética se basa en tres vértices: la aplicación de técnicas de gestión empresarial, garantizar el correcto mantenimiento de las instalaciones y la mejora de éstas invirtiendo en las tecnologías eficientes y renovables. En su equilibrio, estaría la virtud.
Apostar por la eficiencia y la gestión energética en el sector industrial es hacerlo por la competitividad de la industria. La gestión energética tiene, por tanto, un papel clave en esta cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos, la llamada Industria 4.0.